sábado, 26 de marzo de 2011

Autocontemplación desde el exterior

Fotografía: Enero 2011.

Por las noches sólo parezco un ser que se sienta en el techo de su habitación a autocontemplarse desde el exterior de sí. Me refiero a ese momento en el que puedo ver todo lo que no siempre es visible. Veo a una adulta encerrada en el cuerpo de una joven. Veo que la detestable incoherencia consigue apoderarse de mí últimamente. Veo que se repite la escena en demasiadas ocasiones. Me preocupa. “No sabes lo que necesitas, o no pareces saberlo”, -le digo-. Pero puede que jamás llegue a escucharme.

Tus pretensiones resultan superfluas para el mundo

[04/03/11]

Frustración tras frustración, decepción tras decepción; no terminas de hacerte a la idea de que es así, exactamente tan cruel como a veces eres capaz de percibirlo, y sufres. Parece que no puedes dejar de hacerlo, que hubieras nacido para demostrar una realidad que no es ni por asomo real. Tus pretensiones resultan superfluas para el mundo. Pero tus intentos, incansable, no cesan. ¿Cuántas decepciones serán necesarias para dejar de sufrir intentando lo que siempre resultó imposible?, te dices. Pero no dejas de intentarlo. Encontrar lo inencontrable es tu meta, inconformista hasta la saciedad (que, por cierto, jamás llega).