sábado, 20 de octubre de 2012

¡Maldita apisonadora!


Sigo sin entender por qué os parece respetable que alguien niegue su propia naturaleza infringiendo la sagrada Ley (humana) de la Racionalidad hasta ciertos puntos imperdonables. Traspasando un límite, termina esa misericordia en la que os movéis muchos días. Y entonces el ogro vocea desde su ciénaga (con ánimo destructivo).

Un mineral bruto en un depósito natural en el que le acompaña algún mineral de idéntica pureza. Escasean y su extinción parece siempre inminente cuando son oprimidos por la apisonadora, dentro del abominable engranaje de los acéfalos.