A veces temo que la carretera se convierta en interminable,
que, de repente, el camino de siempre sea infinito y no haya opción de tomar un
desvío.
En ocasiones, siento que el gris oscuro y pegajoso asfalto
se instala en mi cerebro impregnándolo todo y
dificultando las conexiones fluidas.
¿Habrá salidas en la carretera de la vida?
¿Será la de siempre, realmente?