martes, 28 de junio de 2016

Ese día morimos en vida

Creo que en la adultez nos dignamos a extrañar con un asombro incomprensible esa curiosidad y sed de conocimiento propia de la infancia. Nos sorprende,  e incluso nos ofende cuando los niños preguntan, arriesgan y descubren. Y después, extrañamos esa capacidad. Qué absurdos.
"Rayo en el lago", Ávila, verano 2016
Todo el dia fascinándonos con miles cosas, cualesquiera, para después pasar a afincarnos a una realidad que creemos nos es conocida y dejar de descubrir. Ese día morimos en vida. 

El descubrir y el aprender siempre deben ir contigo. Qué doloroso es advertir esa dificultad para asombrarse, como un crecimiento no exento de culpa y dolor. Como crecer sin querer, como capullo que Primavera obliga a abrirse, como nube que estalla en lluvia por la presión atmosférica, tan inevitable y tan necesario.