domingo, 6 de julio de 2014

Incandescencia infinita

La llamada de la Tierra Roja no cesa. Es un fuego latente, esa vela eclesial que languidece horas sin jamás morir. Esa candela que no se apaga hasta que se ha encendido otra. Ese querer y no atreverse. Ese servir para no morir.

Huele a pequeña cripta. Hay reflejos y destellos de luz en las coloreadas vidrieras de la capilla. Lo eclesial como contexto que da sentido. Lo vivencial como esencia que recorre pasado, presente y futuro. Traspasa. Trasciende. Transversalidad en tiempo y espacio.

Una incandescencia que quema, lentamente, mientras asustan los destellos de ilusión. A la vez que una llama muy fuerte resquebraja, quiebra, nutre, da calor y sentido a la existencia, a los porqués.