La llamada de la Tierra Roja no cesa. Es un fuego latente,
esa vela eclesial que languidece horas sin jamás morir. Esa candela que no se
apaga hasta que se ha encendido otra. Ese querer y no atreverse. Ese servir
para no morir.
Huele a pequeña cripta. Hay reflejos y destellos de luz en las
coloreadas vidrieras de la capilla. Lo eclesial como contexto que da sentido.
Lo vivencial como esencia que recorre pasado, presente y futuro. Traspasa.
Trasciende. Transversalidad en tiempo y espacio.