Ansias de estío aquí, en donde el
tiempo se enlentece, donde todo pasa más despacio, donde los olores son más
intensos, donde los colores son más pálidos, secos e incluso oxidados. Aquí
donde se inventó el calor, donde la humedad intenta asfixiarte si te paras un
solo segundo, si te detienes o miras hacia atrás.
Pero la mar, la mar no está en
calma; la mar está revuelta, revoltosa. La mar está moviendo todos estos
corazones. Y no dejará de hacerlo hasta que ellos quieran permitirlo.
Ansiado estío por los jóvenes, y
ansiado estío por los viejos. La marabunta pide el calor, el ambiente estival
desenfadado, sin ser conscientes de que ellos mismos lo están generando, de que
esa petición puede llegar lejos. Sin ser conscientes de los riesgos que
entraña, apabullados buscan el verano,
como su elixir del deseo, como si con eso resolvieran todos sus problemas. Lo
esperan como purga de su presente decrépito; porque en el pasado funcionó, porque aquel verano purgó sus vidas, porque
parece que puede que fueran mejores después de ese verano… ¿Será cierto?
El verano no cambia vidas, compañeros
de existencia; el verano perece, y nosotros continuamos la vida cuando ya ha
pasado. Somos nosotros el cambio. El cambio está en nuestras mentes, en
nuestras vidas, en nuestros aires, en lo que queramos hacer de nuestro ahora.
http://vimeo.com/25968181
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