martes, 13 de septiembre de 2011

Plenitud (y experiencias estivales)

Es tal la plenitud, tan consciente e invariable en el tiempo, que me cuesta creer que sigo siendo yo.
Este sentimiento extraño me saca de mí, sorprendiéndome cometiendo irracionalidades que puedo considerar tolerables.
Tal vez esta plenitud tenga demasiado que ver con ilusiones que pueden muy fácilmente ser frustradas. No debería sucumbir ante ellas con tanta facilidad. Quizá esté confundiéndome y pague caro el resultado. En cualquier caso, la plenitud sabe tan bien…

Experiencias estivales:
De repente vacío. Puff. Como si cambiara de dimensión. Un naranja intenso invade mi visión. Estoy flotando. Y podría imaginar encontrarme en cualquier lugar en que no estoy. Vuelvo. Lo real sigue, de hecho la continuidad es una de sus principales características. Describiendo el momento ahora, me parece que muchos lo considerarían místico, y tal vez lo sea.


Expansión. Disfrute. Plenitud. Mayor intensidad. La plenitud no sólo parece haber llegado para quedarse, sino que se ha instalado en mí haciéndose notar cual característica inexorable. El disfrute, por tanto, es alcanzable en casi cualquier circunstancia, y eso aumenta el nivel de genialidad de las situaciones.