domingo, 31 de julio de 2011

Se inhiben de lo real creyendo como tal fantasías colectivas en las que pretenden llegar a ser

Lo que a continuación incluyo es una recopilación de textos escritos durante algunos de mis viajes que exponen consideraciones acerca de diversos sentimientos derivados de situaciones recurrentes:


7.4.11 (Kortrijk, Bélgica)
Frustración. La imposibilidad de ejercer el “preciado” raciocinio humano es evidente, como cada noche de “fiesta”. El control no existe, las posibilidades de peligro aumentan para los sordo-ciegos. Las capacidades menguan. Y todo porque ha llegado él, y no quiere irse. Su nombre –Alcohol- no parece sonar demasiado potente, aunque lo es.
Gracias a mis compañeras-o, por el respeto brindado hacia mi (reconocidamente) intolerante persona.

11.4.11 (Alta Mar, Mediterráneo)
Mira: ya lo he intentado muchas veces. DESISTO. No quiero seguir mirando cómo destrozan su propia dignidad sin piedad alguna. Dignidad humana, algo que considero primordial. Es absurdo que mientras son manipulados mediante cambios de ritmo y droga, se sientan parte de algo “grande” al cantar una canción que todos conocen.
Para colmo tratan de persuadirte, sumidos en su ilusa creencia de que eres uno de ellos, uno más. No voy a volver a permitir que se me acuse de guarra, irrespetuosa u ordinaria por eructar públicamente o no lavarme los dientes tantas veces como debiera, cuando ellos se bañan (y no metafóricamente) en alcohol, se manchan, se queman con sus cigarros, se pisan, se golpean “sin querer”; en ocasiones incluso se pegan e insultan.
Y esa risa estúpida incesante, todas las payasadas, muestras de cariño descontextualizadas, los zapatos en la mano, los “no puedo más”, etc. Llegan a casa y ellas se ponen su pijama cursi de 30 € del Oysho y sus zapatillas; se lavan los dientes y hacen las últimas “bromas” de la noche. Pero nada puede arreglar el hecho de que se drogan, se inhiben de lo real creyendo como tal fantasías colectivas en las que pretenden “llegar a ser”.
Esto no cesa. Escrupulosamente trato de diluir cualquier resto visible, pero me sigo sintiendo sucia. ¡Cómo deberán sentirse ellos! ¿Y al día siguiente? No puedo más.
 
13.4.11 (Alta Mar, Mediterráneo)
Debe notárseme cierto desprecio reflejado en mi rostro en la contemplación de ciertas situaciones porque decís que cuando llega la noche “me pongo seria”.
De verdad, dejad de intentarlo. No necesito ni vuestra comprensión, aunque es cierto que no viene mal que se me escuche.

El alcohol limita, hace que pierdas el control, que mermen tus capacidades (y menos mal que ésto no lo negáis) y mucho más. No es una cuestión de no hacer el ridículo, cosa que hago a menudo. No es por “ser distinta”, puesto que cuando intenté “ser normal” ya comprobé que era imposible. Se trata de una cuestión de principios.


25.7.11 (Berlín, Alemania)
Percatarse de que las aficiones detestables por nocivas, entre otros motivos, son mucho más comunes y ampliamente aceptadas de lo habitualmente concebido es, cuando menos, hiriente.
Considero que es ‘irrespetable’ por mi parte contemplar las escenas sin la consiguiente frustración. Debería tener la capacidad para expresarlo y tolerarlo quizá, pero no es así.
 
Enfrentarme a esa realidad es tormentoso y no parece que eso vaya a cambiar. A veces me hacen sentir como una verdadera enferma mental, cuando la diferencia se convierte en algo odioso y no hay nadie con quien comentar y compartir el odio. Quizá sea sólo ésa la novedad.

Toda esa fuerza que siento muchas veces dentro de mi desaparece en ocasiones para hacerme más vulnerable ante la idea de si merece la pena ser anormal. Estúpido pensamiento considerando la irreversibilidad tan clara que existe en ésto.

28.7.11 (Berlín, Alemania)
Aunque me frustre el hecho  de que consideren difícil comprenderme, sigo sorprendiendo y éso me halaga. Realmente consigo que por un momento su dinámica se frene y traten de respetar algo que les cambia de golpe el esquema. Me encanta todo ésto en realidad. Tras los momentos tensos y frustrantes aparecen los “piensas mucho”, y los típicos “¿sólo tienes 20 años?”, “really?”…y demás.  En realidad muy parecida respuesta a las típicas recibidas hasta ahora.

Resulta que un odio exacerbado consigue, en ocasiones, que se me profese admiración y se me trate de comprender escrupulosamente con objetivos “respetuosos”. Entonces sólo puedo sentir orgullo.