viernes, 27 de julio de 2012

Sensaciones de la era del reposo


"Era del reposo", Murcia, julio 2011.

El sonido nocturno de la chicharra enturbiado por el pegajoso y húmedo bochorno.
El tímido brillo de las ondas del mar que acarician la orilla mientras emiten un suave susurro.
El bullicio que brindan los bancos de aire cálido.
La intermitente luz roja que “flota” sobre una marea poco cambiante.
El incesante movimiento de la tela de la sombrilla que hace titubear al contorno de la sombra.
Granos de arena anclados en los poros de la epidermis.
Dulzura frutal y buena compañía.

Así son las noches y los días en la era del reposo, en la que el cálido reencuentro con el pasado se antoja en ocasiones nostálgico pero siempre reconfortante.

jueves, 26 de julio de 2012

"Opaco" vacío


Estos días están cargados de vacío. De un vacío que extrañamente parece tener elevados índices de opacidad.

En estos tiempos cada viaje y aventura se recuerdan encriptados y difícilmente accesibles. Una especie de recesión acontece cuando no se recuerdan conocimientos presuntamente adquiridos.

Por otra parte, una seguridad en ciertos argumentos propios se hace presente, dudo si motivada por la credibilidad que me otorgan los otros o si el fenómeno es exactamente contrario. Supongo que se retroalimentan los hechos.
Terminar ciertas etapas con sus correspondientes transiciones no iba a pasar  desapercibido. Cerrar capítulos parece tarea compleja en un ambiente de dispersión cuasi-absoluta.

sábado, 14 de julio de 2012

El tóxico océano invasor


Salir a flote es complicado ante una invasión tal. El negativismo se ha apoderado de los seres que componen el país y muy pocos son capaces de no someterse a la dictadura del negativismo austero y deprimente.

Algunos tenemos una disposición mental invadida por sueños, por ideas e iniciativas que pocos consideran viables hoy pero que no por ello dejan de recrearse en nuestras mentes jóvenes e inquietas.

Individuos que se encuentran más fuera del sistema y más alejados de la vorágine negativista podrían animarte, si les queda algo de vida y entusiasmo. El resto, seguirá con su “es que la cosa está tan mal…” El eterno lamento que no lleva a nada más que a la queja permanente, que sólo induce a más negativismo.

Muéranse ya, joder. Dejen de apagar velas.