"Era del reposo", Murcia, julio 2011. |
El sonido
nocturno de la chicharra enturbiado por el pegajoso y húmedo bochorno.
El tímido
brillo de las ondas del mar que acarician la orilla mientras emiten un suave
susurro.
El bullicio
que brindan los bancos de aire cálido.
La
intermitente luz roja que “flota” sobre una marea poco cambiante.
El incesante
movimiento de la tela de la sombrilla que hace titubear al contorno de la
sombra.
Granos de
arena anclados en los poros de la epidermis.
Dulzura
frutal y buena compañía.
Así son las
noches y los días en la era del reposo, en la que el cálido reencuentro con el
pasado se antoja en ocasiones nostálgico pero siempre reconfortante.