martes, 16 de febrero de 2016

La realidad se bate en duelo con mi destino

Ha llegado de nuevo el desgarrador momento de lucha entre pasión y razón. A un lado, ella, destructiva y audaz. Al otro lado, ella, monstruosamente poderosa y afincada en lo más hondo, imbricada en los recuerdos ávidos. Fuego.
Atardecer en el Río Níger, Mali, Verano 2008.
Siento que contradigo a mi destino pero, ¿acaso existe? Tal como si me estuviera negando a mí misma lo que me corresponde, lo que la vida hubiera preparado para mí. Una llama incesante parpadea sin dejarme continuar en paz. Siempre me mantengo alerta a unas señales que coinciden en una dirección: el país de la "libertad", del viento; el continente de las raíces y la esperanza. Desde que te conocí supe que siempre querría estar contigo, África.

La vida, un gélido bólido

Conduzco un vehículo de hielo. Sin la capacidad de frenar, temo por un destino que se me antoja impuesto. Y temo. El hielo me congela, paradójicamente me frena a gran velocidad.

¿Qué hacer, ahora? Vuelve madre, tú que fuiste sabia alguna vez, a iluminarme. Vuelve padre, tú que fuiste admirable alguna vez a prestar tu apoyo. Guiadme. Acompañad a esta pobre persona incompleta, perdida, ante un gran mundo lleno de pequeñeces. Viajad conmigo, os extraño.

El vehículo de hielo me hace sentir impotente ante la realidad. Una tempestad no atempera.