sábado, 23 de agosto de 2014

Parece que los vivos no queremos oír

[13.08.2014, Noruega]

Allá donde los muertos no poseen su última palabra, donde las lápidas están mudas, me encuentro en paz. Un lugar de descanso para las almas a la vez que un espacio para el recreo de adultos, diversión de infantes y esparcimiento para enfermos y mayores. Todos ellos presencian la alegoría realista del fin sin advertirlo; mientras juegan, charlan, hacen pic nic, cantan, miran al tendido o estudian bajo la sombra de los frondosos árboles que se erigen sobre los cuerpos fenecidos de seres humanos que ya no son.

Una imagen un tanto paradójica. Parece que los vivos no queremos oír.

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