Durante aquellas tortuosas elecciones te seleccioné como mi
candidato favorito para acompañarme, al menos, unos años. Todo era casi
perfecto. Pactábamos miradas cómplices y
hacíamos referéndums con besos apasionados. Sí. No. Más. Menos.
Y, cuando estábamos lejos, nos extrañábamos, pero nunca
pensamos en dimitir; nos habíamos acomodado. Luego vinieron la corrupción de la
distancia y la rutina, que pretendían quebrar el sistema; pero un proyecto político tan consensuado y
comunitario no es tan frágil y vulnerable.
Volvimos a hacer referéndums de viajes inhóspitos y experiencias
palpitantes, votando la perfección de los lunares de nuestros cuerpos. Un
programa electoral da para mucho: salud, educación, muerte, vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario