Mente demente, latente. Mente de
vueltas, crónicas tragedias en las más frías madrugadas de un invierno huraño
que no tiene fin. Huele a prisas, a urgencia contenida en palabras, a “sí
quieros”, a noches de té.
Quiero tener una chimenea,
encenderla cada madrugada e ir a trabajar con olor a leña en mi cabellera.
Larga, como las noches; suave, como un piropo distraído.
Fuente: Pixabay, 2017 |
Quiero beber agua fría y pura del
río de aquella tierra desértica y acogedora del Atlas, allá donde los jóvenes
jugaban bajo un sol de justicia, temprano; mirándonos como extranjeras poco
conscientes de la situación.
Mis recuerdos será paja y con
ellos construiré un hogar, aislado de las inclemencias del tiempo. Cambiaré de
cama, y entonces todo olerá diferente. Y seré más pobre pero más fuerte y quizá
igual de infeliz, pero tengo que hacerlo. Por
mí y por todos mis compañeros, pero por mí primero.
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