El Presente está vacío, carente
de sentido. Hemos robado su esencia apropiándonos del concepto y asesinándolo con la ayuda de
Cotidianeidad, una peligrosa amiga constantemente maltratada.
Pasado y Futuro han encontrado su
ansiado protagonismo. Quieren existir, “estar presentes”, hacerse notar, ganar
su estatus. Una vez escuché que Presente debía su nombre a su condición de
regalo, a su afinidad a la vida -a la natural visión de la vida-; a su esencial
realidad. Resulta obvio que es el más real de los tres, el más evidente, pero
también el más fugaz y frágil.
El olvido de lo malo puede ser la chispa adecuada, para el presente, que te proporcione un futuro esperanzador...
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