Bienvenido,
sadiki. Has llegado y traes luz. Me diviertes y entretienes. Y lo mejor:
representas un camino iluminado hacia el futuro más anhelado.
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Me
recuerdas a los niños, locuaz caballero de las noches estrelladas. A don Quijote,
a un brujo borracho de una aldea medieval.
Me
recuerdas a mí hace unos años, al agua brotando intempestivamente por entre
cualquier par de rocas.
Eres
naturaleza viva. Valiente y explorador. Seguro y pasional. Con cierto aroma a
aquel compañero que estuvo conmigo varios años.
Bondadoso
y algo ingenioso, pero rápido y sagaz. Tienes mucha calle y mucho monte, gran
aliado de la luz.
No sientas que te doy de lado, no exijas más de lo que por ahora mereces. El Tiempo
es el rey. Y, como no existe, inventemos un porvenir.
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