"El extraño reloj berlinés", Alemania, 2011. |
Disculpad
que no comprenda que se haya roto la interrelación entre tiempo y
disponibilidad. ¿Hasta dónde pueden llegar a cambiar la cultura de las
relaciones sociales las Nuevas Tecnologías? Tener tiempo no necesariamente supone
estar disponible, pero estar disponible sí requiere en todo caso tener tiempo.
Ciertas nuevas interrelaciones entre tiempo y disponibilidad asfixian al ser.
¿Cómo vas a estar “libre de impedimento para
prestar servicios a alguien” (disponible, según la R.A.E.), si no tienes
tiempo? Pero, ¿qué es, en esencia, <<tener tiempo>>? El tiempo no
puede poseerse, por lo que se trata, como en muchos otros casos, de un constructo
social al que prestamos demasiada atención.
“Estoy fuera
del mercado”, me digo cuando se habla de diversos ámbitos sociales. Grabadlo.
NO estoy eternamente disponible ni quiero abrir ventanas a mi vida, al menos
inconscientemente.
"Garden life", Otoño 2007. |
El tiempo es
lo que cada uno quiera sentir que es. Tiene culturalmente designadas ciertas
características, inevitablemente. Y, la vida en general, no suele ser
atemporal. Naturalmente tampoco lo es, pues está constituida por una secuencia
de estadíos. El ritmo lo marca la cultura. Y a ciertos ritmos urbanos se les
avecina un colapso nocivo y tóxico para los individuos hacinados. Inconsciente
de ello (o no), se sumen en el engranaje sin fin y claman a las vacaciones, se
quejan porque tienen menos, etc.
El ritmo no
debe destruir individualidad, integridad ni dignidad. La vida son “vacaciones”
eternas si encuentras el disfrute en cada ápice de genialidad que la vida
regala. Están escondidos a veces, cierto, detrás de alguna cara de enfado, de
un amanecer, o dentro de una estrella. La culpa de no verlos reside en nuestra
voluntad.
Desde la
racionalidad puede llegar a alcanzarse tanto... Y la racionalidad es nuestra
esencia. Y nuestra esencia, lo que somos, nuestra identidad más básica. Por mucho que exista un empeño fervoroso en forma de corriente apisonadora por negarlo.
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