De nuevo esa temida sensación invade mi ser. Un desapego de
mi propia esencia que se hace fuerte a cada suspiro.
Me veo marchar, como si no
pudiera hacer nada por evitarlo; como cuando de niña se me soltó aquel globo de
helio que voló lejos de mí. Sólo que la identidad es un globo que al marchar
desgarra y deja heridas abiertas. Te hace débil ante contratiempos, acrecienta
la inseguridad, mermando tu control hasta un punto intolerable. Y allí está
Impotencia para frustrarte y luchar contra tus intentos. Es tan duro ir en
contra de tu propia realidad interna que a veces hasta da pereza existir.
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