Madre, el futuro no existe, como
tampoco el pasado. Me lo dijo una vieja amiga: la única.
Tienes razón en éso de que “la
vida es dura”, aunque no soy tan niña como me crees. La veintena ha traído
numerosas nuevas perspectivas y matices. Ha traído sueños, se ha llevado otros.
Me ha metido en charcos en los que creí que no volvería a caer.
Sigo en pie, a ratos. Como todos.
Como todas.
Siguen sin entenderme cuando digo
que no elegí nacer, o ser mujer. Imposiciones tras imposiciones, te vas
labrando el presente que crees merecer, bajo un prisma de justicia que sientes
universal, aún sabiendo que pocas personas son capaces de comprenderlo y aún
muchas menos lo comparten. Pero para ti es EL prisma. El único que da sentido a
todo. El cáliz que dota de esencia a la realidad. El que da cuerda a nuestro
existir, el que mantiene el statu quo.
Mas sigo siendo la niña que tú ves,
Madre, con nuevos atributos. Causante de mil guerras, de derrotas absurdas y
diversiones ajetreadas, incluso necias. A ratos perversas. Pero tan mías como
yo. ¿Tu vida es tuya?, ella me preguntó una vez. Y supe bien qué contestar.
Apenas existe aquello que nos
pertenece, aunque a veces creamos que es mucho. La Naturaleza siempre fue más
poderosa que cualquier reina.
El río siempre desemboca en el mar... Dejemos que la naturaleza haga su trabajo.
ResponderEliminar